Jose Luis Domínguez, sacerdote
zamorano de Madridanos, de misión en Quito nos da su testimonio para la
Infancia Misionera de 2017.
La parroquia de Pichincha, en Quito,
donde trabajamos, cuenta con un pequeño
grupo de niños de Infancia Misionera que trabajan tondo el año. Son dirigidos
por las religiosas de la Asunción.
Su objetivo es que los niños
conozcan el trabajo, sacrificio y corazón de los misioneros. Nosotros como misionero les aportamos nuestro
testimonio, pero también es muy valioso el mensaje que todos los veranos les
aportan los jóvenes que hacen un verano misionero. Este año un grupo de jóvenes
italianos se está preparando para pasar de 6 meses a 1 año en la misión.
El grupo de Infancia
Misionera realiza un recorrido durante
todo el año dirigido a la misión ad gentes. Ellos son lo que preparan la
celebración del domingo para la comunidad.
La celebración de final de curso sirve para hacerles un envío a los
niños misioneros y se les impone la cruz misionera. Tenemos
un rosario misionero que se reparte por las familias y se pide en cada
ministerio por el continente de su color, así los niños entienden la dimensión
universal de la misión y no sólo la zona en la que viven.
Nuestra congregación, Sacerdotes
del Sagrado Corazón de Jesús,
Reparadores Dehonianos (S.C.I.) tiene un
proyecto concreto que se llama “Infancia
2000 un niño un padrino”. Contamos ya con 300 niños apadrinados. Esta idea
surgió por la necesidad de acceso a la educación de los niños, ya que allí
depende mucho de si tienes dinero o no para poder estudiar. Todo es muy caro,
uniformes, libros, material escolar, transporte… Las familias numerosas sólo
mandan a un niño al colegio, el resto se queda trabajando con sus padres.
Con este proyecto aparte de la educación los niños también
tienen asegurada un estado de salud bueno y una buena alimentación.
La relación que tienen los niños con sus padrinos es vía
postal, les escriben por navidades y final de curso para contarles como han ido
sus notas. Les ayudan hasta que tienen 14 años. Si algún niño quiere continuar
sus estudios superiores se buscan maneras de financiación, pero ya sin la figura
del padrino.
Para coordinar todas estas ayudas y comprobar que los niños
pueden ir a la escuela, tenemos un grupo de trabajadoras sociales que realizan
un seguimiento muy cercano y personalizado de cada niño para atender bien las
necesidades de cada familia.
Con los niños apadrinados
y sus familias se tienen 4 momentos al año, la Navidad, San José y Junio
y Septiembre. Con los padres se hace un trabajo de evangelización en la medida
en que se dejan tratando temas de fe, valores o familia.
Se trabaja para que haya una solidad interna entre los
grupos, si una familia necesita dinero puede ser ayudada por otra familia.
Con los niños de Confirmación se
intenta hacer experiencias misionera a nivel nacional. Van a pastoral juvenil y
se organizan misiones en comunidades indígenas. Se están de 5 días o una semana. Las familias nos acogen en sus
casas y se trabaja con ellas materiales
elaborados por los sacerdotes. Son acompaña el párroco. Sierra Ecuatoriana y
sierra Indígena son los lugares que elegimos para llevar a cabo este trabajo.
También hemos tenido experiencias de cooperación con las Franciscana de la
caridad que tiene un centro de discapacitados y van con ella a ayudarles.
Entran en el ritmo de vida y oración de las hermanas.
Durante el periodo de Semana
Santa nos organizamos para que haya grupos que atiendan las comunidades en la
sierra o en la costa, donde es más difícil que acuda un sacerdote diariamente, y así animan la celebración.
Los niños ven a los misioneros
con mucho cariño. Somos una referencia de acogida y generosidad. Nos ven como
personas que sirven y trabajan por los demás.
Nuestra manera de trabajar les sirve para saber cómo trabajar la misión
y ser misionero.
José Luis Domínguez