martes, 15 de octubre de 2019

25 años de CINCA


Andrés, misionero zamorano, es el fundador de la Institución CINCA, ubicada en la ciudad de El Alto (Bolivia), a 4.100 metros de altitud. Llegó a Bolivia, el 29 de enero de 1992, con 52 años, pero ya había estado allí en sendos campos de trabajo con jóvenes, en los veranos de 1990 y 1991.



-Pregunta: Andrés, ¿cuál fue tu motivación para iniciar el proyecto CINCA en 1992?
-Respuesta: El ver, palpar y escuchar la realidad. Niños todo el día en la calle, sin escolarizar y que comían algún corrusco de pan duro que alguien les pudiera dar. Yo jugaba con ellos a las canicas y, una vez “perdida” por mi parte la partida, pero bien ganada la confianza, sentados en el suelo, ellos llevaban la iniciativa contando su situación familiar. Ante estas tragedias, yo no podía dormir, ni cruzarme de brazos tranquilamente. Las palabras de Jesús estuve hambriento, sediento, desnudo… (Mt 25, 35)  resonaban continuamente en mi interior.

-P.: ¿Qué sientes ahora, después de 25 años en esta encomiable labor social?  
-R.: Resumiendo: amor, entrega, felicidad y agradecimiento. Doy gracias a “Diosito” (como dicen los aymaras) por la vida y por brindarme la oportunidad de realizar esta labor. Gracias a los Misioneros del Verbo Divino. Gracias a tantas personas e instituciones que, con su donativo a través de este Secretariado de Misiones o de la ONG ALBA y otros cauces, han hecho posible esta obra. Gracias al personal de CINCA por su vocación y entrega. Y, especialmente, un agradecimiento cariñoso a los niños y niñas, adolescentes y jóvenes beneficiarios. Ellos, desde su realidad de exclusión social, han respondido positivamente en todo el proceso. Los que han pasado fueron escolarizados gracias a CINCA, y ahora son madres y padres de familia; aunque pobres, luchan para mejorar su nivel social. Es ejemplar lo bien que cuidan y educan a sus hijos. Me dicen: “que no le pase a mi niño o niña lo que a mí y a mis hermanos a esa edad. Porque, gracias a CINCA, ahora estamos formados para salir adelante y dar educación a los hijos”.

P.: De cara al futuro, ¿tenéis o pensáis en algún plan que origine recursos económicos propios para no depender tanto del exterior?
R.: Contamos con algunos ingresos propios por alquileres de locales, así como otros procedentes de cobros en el centro infantil a familias que disponen de recursos, lo que permite acoger a otras carentes de ellos. Las familias son conscientes de nuestra forma de actuar y lo valoran positivamente.

Años atrás, nuestras iniciativas de generar recursos propios no dieron resultado. Los ingresos apenas cubrían los sueldos, seguros, impuestos, los materiales y el mantenimiento. A varias instituciones de atención a niños les ha sucedido lo mismo. En El Alto, y en gran parte de Bolivia, la gran mayoría de las familias poseen negocios familiares: panaderías, confección, talleres, tiendas…, donde no pagan sueldos ni seguros, porque todo queda en la familia. Somos conscientes que debemos movernos más en esta área, pero con ideas claras, asesoramiento y cierta garantía.