Me llamo María Escarda, soy misionera desde hace 22 años, y soy de Zamora
(España).
Vengo de una familia cristiana de
siempre, pero a los 15 años me olvidé de todo eso. Para mí la fe era un rollazo. A los 25 años tuve una experiencia muy fuerte
de sin sentido y de búsqueda profunda de algo más.
Nunca pensé que acabaría entregando mi vida a Dios, no entraba en mis
planes, ni era “mi estilo”, pero fue tan clara su respuesta a mi vida que no
podía hacer otra cosa que dar a los demás lo que yo había encontrado. En pocas
palabras, sentí una llamada a vivir el
REINO y como instrumento para eso descubrí que podía compartir el EVANGELIO.
He estado mayoritariamente como misionera en dos lugares, España y Argentina.
Han sido diferentes experiencias y ahora estoy en Togo, África, que es la
experiencia que os quiero compartir.
En Togo, concretamente en Dapaong, donde estoy desde hace solamente 5 meses,
la vida aquí no tiene nada que ver con Europa.
Trabajamos en diferentes frentes: en una biblioteca promoviendo la cultura
para ayudar a los chicos más pobres, que en sus casas no tienen ni luz
eléctrica ni libros y en la parroquia dando catequesis. En distintos institutos
dando talleres de valores y formación y realizando misiones populares en los
pueblos de alrededor. En nuestra casa también ofrecemos retiros, momentos de
formación cristiana y de oración.
Me gustaría hablaros de la última misión que hemos hecho en un pueblo que
se llama Sibortoti, a 5 km de Dapaong.
Lo primero, para que os hagáis una idea es un pueblo donde no hay luz
eléctrica. Hacíamos la misión durante el día y después volvíamos a nuestra casa
a dormir. Por supuesto tampoco hay agua corriente en las casas. Toda la gente
va al pozo a buscar el agua.
Cuando hacemos la misión en estos pueblitos de África, reunimos a la gente
en diferentes momentos, niños, adolescentes, jóvenes y personas adultas y
tratamos diferentes temas del evangelio.
Con los niños lo preparamos con diferentes juegos, teatros para que puedan
entenderlo a su nivel. Con los adolescentes y jóvenes son momentos de escuchar
un tema juntos y luego poder compartirlo. Podemos ver cómo los jóvenes lo
viven, escuchamos sus dudas, sus inquietudes y ellos sienten que lo que dice el
evangelio tiene mucho que ver con sus vidas. Descubren que no son cosas
diferentes y que en la palabra de Dios hay respuesta para ellos. Con los más
adultos tratamos algún tema y hacemos un momento de oración juntos.
De esta experiencia misionera lo que quiero resaltar es que por fuera somos
distintos, en cultura, idioma, país, formas de vivir, pero yo me doy cuenta de que
todos, todos, seamos de donde seamos tenemos el mismo corazón, en el que viven
las mismas búsquedas. La sed de sentirnos AMADOS y de AMAR.
Yo un día encontré al Amor de mi alma y por eso quiero que esto llegue a
cada rincón de la tierra porque así el Reino de alegría y de fraternidad será más
fácil de vivir, cuando EL viva en medio de nosotros.
Maria Escarda (Española)Misionera Servidores del Evangelio,
En Dapaong, Togo