lunes, 14 de octubre de 2019

“Encontré al amor de mi alma”


Me llamo María Escarda, soy misionera desde hace 22 años, y soy de Zamora (España).
Vengo de una familia cristiana de siempre, pero a los 15 años me olvidé de todo eso.  Para mí la fe era un rollazo.  A los 25 años tuve una experiencia muy fuerte de sin sentido y de búsqueda profunda de algo más.


Nunca pensé que acabaría entregando mi vida a Dios, no entraba en mis planes, ni era “mi estilo”, pero fue tan clara su respuesta a mi vida que no podía hacer otra cosa que dar a los demás lo que yo había encontrado. En pocas palabras, sentí una llamada a vivir el REINO y como instrumento para eso descubrí que podía compartir el EVANGELIO.
He estado mayoritariamente como misionera en dos lugares, España y Argentina. Han sido diferentes experiencias y ahora estoy en Togo, África, que es la experiencia que os quiero compartir.
En Togo, concretamente en Dapaong, donde estoy desde hace solamente 5 meses, la vida aquí no tiene nada que ver con Europa.
Trabajamos en diferentes frentes: en una biblioteca promoviendo la cultura para ayudar a los chicos más pobres, que en sus casas no tienen ni luz eléctrica ni libros y en la parroquia dando catequesis. En distintos institutos dando talleres de valores y formación y realizando misiones populares en los pueblos de alrededor. En nuestra casa también ofrecemos retiros, momentos de formación cristiana y de oración.
Me gustaría hablaros de la última misión que hemos hecho en un pueblo que se llama Sibortoti, a 5 km de Dapaong.
Lo primero, para que os hagáis una idea es un pueblo donde no hay luz eléctrica. Hacíamos la misión durante el día y después volvíamos a nuestra casa a dormir. Por supuesto tampoco hay agua corriente en las casas. Toda la gente va al pozo a buscar el agua.
Cuando hacemos la misión en estos pueblitos de África, reunimos a la gente en diferentes momentos, niños, adolescentes, jóvenes y personas adultas y tratamos diferentes temas del evangelio.
Con los niños lo preparamos con diferentes juegos, teatros para que puedan entenderlo a su nivel. Con los adolescentes y jóvenes son momentos de escuchar un tema juntos y luego poder compartirlo. Podemos ver cómo los jóvenes lo viven, escuchamos sus dudas, sus inquietudes y ellos sienten que lo que dice el evangelio tiene mucho que ver con sus vidas. Descubren que no son cosas diferentes y que en la palabra de Dios hay respuesta para ellos. Con los más adultos tratamos algún tema y hacemos un momento de oración juntos.
De esta experiencia misionera lo que quiero resaltar es que por fuera somos distintos, en cultura, idioma, país, formas de vivir, pero yo me doy cuenta de que todos, todos, seamos de donde seamos tenemos el mismo corazón, en el que viven las mismas búsquedas. La sed de sentirnos AMADOS y de AMAR.
Yo un día encontré al Amor de mi alma y por eso quiero que esto llegue a cada rincón de la tierra porque así el Reino de alegría y de fraternidad será más fácil de vivir, cuando EL viva en medio de nosotros.
Maria Escarda (Española)Misionera Servidores del Evangelio,
En Dapaong, Togo