jueves, 21 de noviembre de 2013



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XXV Aniversario de la canonización de San Alfonso Rodríguez

El pasado domingo 17 de noviembre tuvo lugar la memoria litúrgica de S.Alfonso Rodríguez, mártir jesuita en las Reducciones del Paraguay. La eucaristía fue presidida por nuestro Obispo D. Gregorio y animada por el Coro San Alfonso de Zamora. Al finalizar la misma, se hizo la ofrenda floral a la estatua situada en la plaza del Seminario. A este acto acudieron representantes de las cofradías de semana santa y del ayuntamiento capitalino.

En este Año de la Fe se cumple el XXV aniversario de la canonización. “Esta canonización de tres mártires jesuitas es también un motivo de sano orgullo para toda la Compañía de Jesús”, dijo el papa Wojtyla, en su homilía en la canonización que celebró en Asunción en 1988, señalando que “Roque González se encuentra entre los primeros jesuitas del nuevo continente, y Alfonso Rodríguez y Juan del Castillo pertenecen a aquel grupo de hombres generosos que, respondiendo a la llamada de Jesús para incorporarse a su compañía, llevaron a Cristo por todo el mundo”.

Alfonso Rodríguez Olmedo nació en Zamora el 10 de marzo de 1598, hijo de Gonzalo Rodríguez y María de Olmedo, una familia modesta y piadosa. Tras estudiar las primeras letras en su ciudad natal, ingresó en la Compañía de Jesús en 1614, en Salamanca. Tras realizar el noviciado en Villagarcía de Campos (Valladolid) iba a ser enviado a Pamplona, para hacer los estudios de Filosofía, cuando pasó por el noviciado Juan de Viana, procurador de la que era entonces Provincia Jesuítica del Paraguay. Tenía permiso del general de la Compañía Mucio Vitelleschi para reclutar religiosos que fuesen a trabajar en las misiones. Su propuesta tuvo acogida en el generoso corazón de Alfonso, quien fue aceptado y embarcó en Lisboa con otros 37 compañeros, el 2 de noviembre de 1616, desembarcando en el puerto de Santa María de los Buenos Aires el 15 de febrero del año siguiente.

Pasó Alfonso al Escolasticado que la Compañía de Jesús tenía en la ciudad de Córdoba (Argentina), para realizar estudios superiores eclesiásticos. A fines de 1623 o principios de 1624 fue ordenado sacerdote. Concluidos los estudios teológicos, comenzará a evangelizar entre los guacurúes, una de las reducciones más trabajosas, debido a la dificultad del dialecto indígena allí utilizado.
En 1627 fue destinado a Encarnación de Itapuá, reducción fundada en 1615 por Roque González. Junto con éste fundaría en 1628 una nueva reducción de Todos los Santos del Caaró, que sería su último destino.El 15 de noviembre de    

1628, a los 30 años de edad, Alfonso es asesinado brutalmente por algunos de estos mismos indígenas azuzados por un cacique.

El 28 de enero de 1934 los mártires del Caaró e Ijuhí fueron beatificados por Pío XI. Entre ellos se encontraba Alfonso Rodríguez, que sería canonizado en Asunción junto con sus dos compañeros Roque González y Juan del Castillo por Juan Pablo II el 16 de mayo de 1988, durante su visita a Paraguay.

Zamora, además de acoger la estatua de San Alfonso realizada por Ricardo Flecha que estrena ubicación en la Plaza del Seminario, guarda la memoria del mártir con varios elementos, entre los que se encuentran el Coro San Alfonso de Zamora, la residencia de estudiantes que lleva su nombre (con un busto también del escultor Flecha en el exterior) y un gran cuadro en la iglesia parroquial de San Ildefonso en la capital.